Eduardo Jáudenes de Salazar (CEO de MUSIKDEI)
Beethoven Universal. Tchaikovsky & Beethoven Universales
Un nuevo ciclo de conciertos de la mano de Ramón Torrelledó.
Beethoven Symphony Orchestra
Ramón Torrelledó, director
Pianistas: DAVID KHRIKULI, MATTEO GIULIANI y EMIN KIOURKTCHIAN
En el programa:
Piotr Ilch TCHAIKOVSKY (1840-1893)
Concierto para piano y orquesta n. 1 Op. 23 en Si bemol Menor
Allegro non troppo e molto maestoso con David Khrikuli, piano solista
Andantino semplice con Matteo Giuliani, piano solista
Allegro con fuoco con Emin Kiourktchian, piano solista
Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)
Sinfonía n. 7 Op. 92 en La Mayor
El director Ramón Torrelledó, guio con brillantez, precisión y firmeza admirables.
Su estupenda manu conducta facilitó la presencia ininterrumpida del interés de principio a fin de su actuación.
Con el Concierto para piano y orquesta n. 1 TCHAIKOVSKY compone uno de esos conciertos inolvidables, que apasionan tanto a los más entendidos y exigentes espectadores como a los que no les gusta la música clásica.
Escuchamos el concierto, por primera vez, con 3 pianistas distintos, uno para cada uno de los movimientos del concierto:
Allegro non troppo e molto maestoso con David Khrikuli, piano solista, se lució plenamente, abordando detalles que avalan su clase. Libertades en el uso de la forma y el color que se integran perfectamente en el conjunto.
Andantino semplice con Matteo Giuliani, piano solista, es un artista preparado, con calidades extraordinarias, luciendo primorosa y riquísima técnica, plural variedad de matices y personalidad arrolladora.
Allegro con fuoco con Emin Kiourktchian, piano solista, lució calidades de color, fraseo, dulzura y exquisitez en la actuación admirables.
La segunda parte fue para Beethoven.
Si hay una sinfonía redonda, obra maestra porque ha adquirido su forma definitiva, porque no le falta ni le sobra nada, esa es la 7 Sinfonía de Beethoven.
Cuando Wagner la escuchó dijo: es la Sinfonía de la danza.
Era tan perfecta que Richard Wagner decidió dedicarse a componer óperas, ya que con esta sinfonía, se había llegado tan lejos, que no se podía superar, el sinfonismo había adquirido su calidad máxima, y para no superarlo, era mejor dedicarse a componer otro tipo de música que no fueran sinfonías.
Torrelledo la califica como la Sinfonía del humor. Su dirección fue perfecta, nos capto desde el primer compas, nos elevo hasta levitar, haciéndonos ingrávidos y cuando bajo la batuta, todos al unísono, bajamos a la tierra, recuperando nuestra energía corpórea.
Todos los elementos de la obra permiten dejarnos llevar por la imaginación del autor, haciendo funcionar las neuronas espejo y creándose una comunicación entre la obra y los espectadores. Ese punto mágico de absorción del oyente que sólo las grandes interpretaciones consiguen, donde los espectadores se convierten en energía musical.
Beethoven no solo exige capacidad técnica para tocar unas notas difíciles sino una verdadera madurez de pensamiento, como las que tienen los interpretes de este soberbio concierto.
Al escuchar la 7ª de Beethoven, se produce la unión de lo más refinado del espíritu con lo más carnal y mundano, produciéndose un escalofrío que recorre el cuerpo, especialmente por toda la espalda, se une el amor con lo amado a través de la música.
Beethoven Symphony Orchestra tocó muy bien y la música fluyó con vivacidad.
Las distintas familias orquestales: cuerdas, metal, percusión, viento, madera estuvieron perfectamente niveladas.
Delicada, cuidando los detalles, se lució plenamente.
Desprendió contagiosa fuerza, plena y poderosa.
Henchida de belleza, trasmitiendo emociones físicas.
Como afirmaba Beethoven: La música es una revelación más elevada que toda la sabiduría y la filosofía.
A propósito de Beethoven “El español”
Beethoven era llamado “El español” en Bonn. No por ser bajito, moreno y con “malas pulgas”, sino porque su abuela era española y se llamaba María Josefa Poll.
Su única opera se llama Fidelio y transcurre íntegramente en Sevilla.
Sus sobrinos, por voluntad del genial músico, fueron al colegio español de Viena.
Las canciones de Beethoven se engloban dentro del epígrafe Canciones españolas.
La casa donde muere, aún hoy se puede visitar en Viena, se llamaba la casa del español negro Swartispainierhaus porque allí vivían unos monjes que vestían de negro y eran españoles.
Beethoven festeja con los estudiantes la Victoria de Wellington de los españoles sobre los franceses.
A propósito de su “malas pulgas” hay una anécdota en el balneario de Teplitz, donde solía verse con Johann Goethe, apareció la Emperatriz de Austria con todo su séquito, al verla pasar, Goethe se aparta, quitándose el sombrero hace una reverencia y deja pasar a la Emperatriz, mientras que Beethoven se cala el sombrero y pasa de largo sin saludar. El escritor se puso bravo y le tildó de lacayo, mal educado y patán.
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