Eduardo Jáudenes de Salazar (CEO de ARTEDEI)
Picasso, el Greco y el cubismo analítico es una verdadera obra maestra en su labor curatorial de Carmen Giménez, con la inestimable colaboración de Ana Mingot Comenge, obra maestra es aquella que ha adquirido su forma definitiva y en esta exposición se consigue plenamente, se puede ver nada más mirar los cuadros la influencia de El Greco en el cubismo analítico de Picasso, incluso aquellos que no conocen la obra a fondo de ninguno de los dos genios de la pintura.
Museo Nacional del Prado tiene la colección más grande de obras de El Greco y sin embargo la mayoría de los cuadros son de fuera del Prado porque lo que se busca y consigue es que se vea la influencia de El Graco sobre Picasso en el cubismo analítico.
Hay un verdadero diálogo entre las obras de los dos artistas aunque son dos artistas muy diferentes entre sí, El Greco tiene mucha influencia de los Venecianos, aunque sus imágenes están ingrávidas y sus colores, sobre todo el gris plateado es muy dificil de conseguir igualar, siendo junto a la ingravidad y lo alargado de sus personajes, lo más singular de Doménikos Theotokópoulos.
Sin embrago Picasso decía El artista copia, el genio roba. Cuando visitaba un estudio de un pintor, éste escondía sus obras, porque sabía que al día siguiente aparecería una obra mucho mejor que la suya elaborada por el genial malagueño. Si cogia a Henri de Toulouse-Lautrec lo mejoraba ampliamente, si era el arte africano, le daba la vuelta y lo hacía suyo, como el proipo Picasso decia, le robaba mejorándolo. Y de El Graco saca el cubismo analítico uno de sus estilos más admirados, se puede decir que Picasso le roba el alma a El Greco.
Hasta el 17 de septiembre, la sala 9B del edificio Villanueva alberga la exposición “Picasso, el Greco y el cubismo analítico”, una muestra que, patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado y con colaboración de la Comunidad de Madrid, se centra en la obra cubista de Picasso y la obra tardía del Greco.
Aunque casi todos los autores coinciden en limitar la influencia del Greco casi en exclusiva a la juventud de Picasso, esta exposición plantea que fue mucho más profunda y duradera, ya que fue especialmente crucial para el desarrollo del cubismo y, en particular, para la fase del cubismo analítico, en obras como El aficionado o Acordeonista.
En esta sala se encuentran también los documentos testimoniales que resaltan el particular vínculo vital y artístico de Picasso con el Museo del Prado, una relación que comenzó en sus años como copista y finalizó con su nombramiento como director.
Con la apertura de esta muestra se elevan a seis las exposiciones temporales que se pueden visitar en el Museo del Prado, una cifra nunca alcanzada hasta la fecha: “Guido Reni”, “Herrera ‘el Mozo’ y el Barroco total” y “Emilio Sánchez Perrier (1855-1907). Dibujos” en el edificio Jerónimos, y “Retratos de Sorolla” y “Obras maestras españolas de la Frick Collection” junto al itinerario “Calderón y la pintura” en el edificio Villanueva.
Inscrita en La Celebración Picasso 1973-2023, programa expositivo que conmemora el cincuenta aniversario del fallecimiento del artista español y que cuenta con la colaboración de Telefónica en España, la exposición, comisariada por Carmen Giménez, muestra la correlación más radical entre estos dos artistas para reflexionar sobre un aspecto fundamental: el ascendente del cretense sobre el malagueño cuando este se adentraba en el cubismo. Esta exposición ofrece la oportunidad de comprender la relación entre ambos artistas, dos sensibilidades originales que hablan de la redefinición del hecho artístico a través del volumen y el color, de la composición y la perspectiva, del espacio y la luz, y del desafío al dogma académico y a la tradición clásica.
Entre las muchas y muy diversas influencias de otros maestros que confluyen en la obra de Picasso, la del Greco es quizás la más temprana y decisiva, ya que se inició a finales del siglo XIX, cuando el malagueño, casi adolescente, reside en Madrid y es estudiante de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Por sus cartas y dibujos de aquella época de formación, se sabe que pasó más tiempo en el Museo del Prado copiando a los grandes maestros que en la propia Academia. ‘El Greco, Velázquez, inspiradme’, se puede leer en un dibujo de aquellos años. ‘Yo, El Greco’ anotó en otro dibujo. Toda una declaración de intenciones para un joven estudiante de apenas diecisiete años, intuyendo en la obra del Greco el germen de aquello de lo que precisamente habría de librar a la pintura moderna. El Greco por aquel entonces no era un valor. El pintor Francisco Bernareggi, compañero de estas visitas al Prado, recordaba cómo se les llamaba “modernistas” al verlos copiar al Greco en el Prado, y el padre de Picasso les amonestó al enterarse: «¡Vais por mal camino!».
Es cierto que el Greco gozó de cierta fama desde que se instaló en España en 1577 y hasta su muerte en 1614, pero desde que esta aconteció fue tejiéndose una leyenda local sobre la alocada distorsión de su estilo pictórico de sus últimos años que acabó por oscurecer posteriormente su reputación crítica. No fue hasta casi finales del siglo XIX cuando empezó a reivindicársele, gracias a los jóvenes vanguardistas europeos de este periodo. El Greco tardó tres siglos en ser entendido, pero una vez recuperado del olvido, aportó las claves a Picasso para romper definitivamente con el arte del pasado y los pilares de la representación tradicional.
En la abundante literatura artística escrita sobre Picasso, casi todos los autores insisten en la evidencia del nexo entre el Greco y el artista malagueño, pero casi todos coinciden en cifrar esta influencia casi en exclusiva durante la juventud de este, no solo por sus cuadernos del periodo entre Madrid, Barcelona y París, sino considerando que fue crucial para el llamado “periodo azul”. Sin embargo, esta influencia fue mucho más profunda y duradera y fue especialmente crucial para el desarrollo del cubismo y, en particular, para la fase del cubismo analítico, con su aplanamiento de perspectiva y su formato vertical. Un enfrentamiento de las respectivas obras de ambos artistas centrándose en la obra cubista de Picasso y la obra tardía del Greco, en el formato directo que permite una exposición, abre nuevas perspectivas, no solo entre ambos artistas sino también a través de ellos, para nuevas reflexiones sobre lo que significó esta relación para el desarrollo de las vanguardias del siglo XX.
Celebración Picasso 1973-2023
El 8 de abril de 2023 se cumple el cincuenta aniversario del fallecimiento del artista español Pablo Picasso, evento que marcará la celebración de su obra y su herencia artística en Francia, España e internacionalmente.
Con este motivo, los gobiernos de Francia y de España han acordado trabajar conjuntamente en un programa de alcance internacional a través de una comisión binacional que reúne a las administraciones culturales y diplomáticas de los dos países.
Con el respaldo de instituciones culturales de renombre en Europa y Estados Unidos, la Celebración Picasso 1973-2023 gira en torno a unas cincuenta exposiciones y eventos que, en su conjunto, abordan un análisis historiográfico de la obra de Picasso.
Nacido en Málaga, el 25 de octubre de 1881, y fallecido en la población francesa de Mougins, el 8 de abril de 1973, Picasso es uno de los más célebres pintores de la historia del arte occidental. Su lenguaje expresivo, libre y multiforme sigue influyendo en el arte y la reflexión contemporáneos.
La Celebración Picasso 1973-2023 pretende poner en valor la trayectoria de un artista esencialmente europeo, quien, desde un profundo conocimiento del acervo y los principios de la tradición y una comprensión del clasicismo como valor ético, proyectó internacionalmente símbolos tan universales como el Guernica, hoy emblema colectivo en la defensa de los derechos humanos.
El programa está organizado por la Comisión Nacional Española para la Conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso y el Musée national Picasso-Paris, con el apoyo en España de Telefónica.
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