© (Copyright) del texto EDUARDO JAUDENES DE SALAZAR
El fundamento de el periodismo, desde su nacimiento en el siglo XVI, es el de buscar, encontrar y difundir la verdad.
Los mismos medios de comunicación que antes contrastaban rigurosamente las noticias para ver si eran verdaderas o falsas y en este segundo caso no publicarlas, ahora compran noticias a sabiendas que son falsas y pagan grandes cantidades de dinero, sólo porque van a vender más o porqué ayudan a crear la opinión deseada por el medio, argumentando que la verdad no es relevante para el periodismo.
Bertolt Brecht decía que “no son buenos tiempos para la lírica” hoy titulamos este artículo, sin temor a equivocarnos: “no son buenos tiempos para la verdad”.
El periodismo cumple una serie de funciones:
- Tiene que jerarquizar las noticias, elegir lo que es importante y colocarlo en primera página y poner lo menos importante después, incluso es inevitable dejar fuera una gran cantidad de noticias, pues el espacio es limitado.
Algo deja de existir sino está en primera página.
Todo lo que se quiera decir hay que decirlo en la primera línea, muy pocos lectores llegan a la segunda.
Si vemos en portada de todos los periódicos las manifestaciones contra Donald Trump por no dejar entrar a los ciudadanos de un buen número de países árabes en Estados Unidos y no se enseñan las enormes aglomeraciones de ciudadanos sirios que no se les deja entrar en Grecia, Alemania o Italia… el periodismo está perdiendo lectores por agravio comparativo, resaltando un hecho que es menos grave y ocultando otro que lo es más.
- Hay que crear opinión.
Hace unos años salió en prensa la siguiente noticia: El primer país que reconocerá a una Cataluña independiente será El Vaticano.
El Vaticano rápidamente desmiente la noticia diciendo: Se trata de una opinión a título personal del Obispo y no corresponden en absoluto a la postura oficial de El Vaticano.
Cuando lo importante es crear opinión a favor de la independencia de Cataluña y se hace prevalecer a la verdad, el periodismo pierde credibilidad y el periodismo sin credibilidad acaba por ser abandonado por sus lectores.
- Servir de altavoz entre la administración y el administrado.
El 14 de noviembre de 2012, una mujer pierde la vista de un ojo tras las cargas de los Mossos d’Esquadra en Barcelona, por el impacto de una bola de goma lanzada durante las manifestaciones por la huelga general.
Felip Puig, consejero de interior del gobierno catalán, dijo que en esa zona no hubo disparos –solo los hubo en las inmediaciones de la avenida de la Catedral– y que, por lo tanto, la mujer no podía haber resultado herida por ningún impacto de bola de goma.
La mujer insiste ha sido una bola de goma de un Mosso d’Esquadra culpable de que perdiera el ojo.
El Director de los Mossos d’Esquadra, dice que no hubo cargas en la zona y corrobora lo dicho por el consejero.
Un ciudadano, desde su casa, ha grabado la escena de los hechos y se ve claramente que ha sido un Mosso d’Esquadra quien dejó tuerta a la mujer.
La mayoría de los periódicos, en lugar de investigar la verdad, se limitaron a servir de altavoz a la administración y contar exclusivamente lo que decía el consejero.
Este tipo de cosas son las que hacen que los ciudadanos busquen antes la verdad en twitter y que estén abandonando los periódicos para informarse de la verdad.
Los twitter espontáneos de los ciudadanos no son periodismo, pero vigilan a los periodistas, y les denuncian, si mienten, con sus videos o fotos testigo de la verdad.
El derecho a la información es un derecho que nace de la propia naturaleza humana, del Derecho Natural a conocer la verdad, sin verdad no hay derecho sino corrupción y desnaturalización. La verdad es un valor que hay que proteger y la mentira no puede tener protección sino sanción.
Esto se lo dije a un joven periodista, recién salido de la facultad y me contestó textualmente:
- La verdad no es relevante y los valores ya no existen, es una cosa del Franquismo.
Yo le dije:
- La verdad existe.
El me repuso:
- La verdad es relativa.
A lo que contesté:
- Imagínate una manifestación a la que han acudido 354.568 personas y el periódico de la ideología de los convocantes dice que había más de un millón, mientras que el de los contrarios, publica que acudieron 30.000.
No hay relativismo que valga, la verdad es que acudieron 354.568.
Continué mi argumento diciendo:
- Imagínate que alguien te propone: Vamos a ir esta noche, para divertirnos, a quemar mendigos, pero sólo para divertirnos.
El joven periodista, dio un brinco aterrorizado y dijo:
- ¿Cómo dices eso? Me da repelús.
- Pues eso -contesté– son los valores. Ves cómo hay cosas que de forma natural repeles.
Los valores y la verdad existen y no son relativos.
La prensa cumple una función social de transmitir la verdad para satisfacer el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad. Verdades que podemos disfrutar y compartir. Verdades que nos acercan cada día al servicio del bien común. La verdad, el bien, y la belleza no son irrelevantes, sino la razón de ser del periodismo. La contemplación de la verdad nos ilumina, nos hace más fuertes, felices y con ella crecemos como seres humanos.
Antes se decía que la función del periodismo era: informar, formar y entretener. Ahora en lugar de ilustrar y ennoblecer, sólo quiere seducir creado el circo de la comunicación, el mero espectáculo donde la verdad ya no es relevante.
En el artículo 20 de la Constitución se dice: Todos tienen Derecho a recibir información veraz… pero en la práctica se le ha caído la última palabra.
La prensa ha perdido el norte al considerar la verdad irrelevante y con más inteligencia que prisa debe recuperar ese norte dándose cuenta de que la posibilidad de la verdad, sin su búsqueda, sin un análisis certero de la realidad, sin aspirar a ella como algo posible y necesario, acabaremos en manos de totalitarismos populistas, nos harán ver la verdad absoluta como relativa, acabaremos embruteciéndonos con eslóganes y tuits ofensivos.
El espíritu común de la sociedad iluminado por una prensa cuyo objetivo prioritario es la verdad, hace una sociedad libre, justa, donde resplandece la belleza y el Amor. El espíritu común de la sociedad ensombrecido por las tinieblas de una prensa regida por el principio de que la verdad no es relevante, hace una sociedad esclava, arbitraria, adoradora de la apariencia y el oportunismo. Cuando la verdad que se da por superada y se considera irrelevante nos conduce a una sociedad deshumanizada. Pues no hay nada más humano que el deseo de conocer la verdad.
De forma sosegada, razonada y argumentada busquemos juntos la verdad, porque, sin lugar a dudas, la verdad existe y es relevante.
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