Eduardo Jáudenes de Salazar (CEO de MUSICAS)
Hemos escuchado en el Auditorio del Museo Nacional del Romanticismo, a ADRIAN TERAN, y es un artista preparado, con calidades extraordinarias, luciendo primorosa y riquísima técnica, plural variedad de matices y personalidad arrolladora.
Adrián Terán con 15 años recién cumplidos, es un verdadero artista con talento innato que lo pone al servicio de un tenaz trabaja, pues no deja pasar día sin interpretar obras en su instrumento.
Abordando detalles que avalan su clase. Libertades en el uso de la forma y el color que se integran perfectamente en el conjunto.
Dueño del color en los fragmentos más sutiles y delicados, así como en los bellos y poderosos.
Las obras que compusieron el concierto:
Tocatta y fuga en Mi m de Bach
Prelidio nº6 de Rachmaninov
Estudio de concierto 2 de Liszt
Desiderium de Adrián Terán
Andante spinato y Gran Polonesa Brillante de Chopin
Trío para piano, violín y cello Divertimento en si b M de Mozart
permitiéron lucirse a los artistas adecuadamente con su gran calidad.
En esta obra fue acompañado Adrián Terán por Julia González Tortosa al cello y Hiroshi Mato Kudo al violín, dos grandiosas interpretes también.
No podemos olvidar que tocar el piano es un gesto muscular intencionado capaz de crear emoción
Mereció la pena, sin lugar a dudas, montar, escuchar y ver este concierto.
El éxito se obtiene cuando se abre la puerta de la emoción en los espectadores, se puede entrar por la puerta principal o la de servicio, cuando se llama sin avisar, se corre el riesgo de ser arrojado a la calle. Aquí la emoción estaba garantizada y avisada y entró por la puerta principal, la del corazón de los asistentes.
Todos los elementos de la interpretación permiten dejarnos llevar por la imaginación del autor, haciendo funcionar las neuronas espejo y creándose una comunicación entre la interpretación y los espectadores. Ese punto mágico de absorción del oyente que sólo las grandes interpretaciones consiguen, donde los espectadores se convierten en energía musical.
Cuando vemos este concierto y vivimos la borrachera de los sentidos, que nos enseña a vivir, comprobamos la diferencia entre espectáculo, arte y arte fascinante: el espectáculo se convierte en arte cuando absorbe los sentidos del espectador y el arte en fascinante, cuando además de los sentidos absorbe su alma y consigue abrir los corazones a la emoción, parece que la técnica lo abarca todo pero de nada sirve si no está al servicio del arte, ese pequeña línea, pero importantísima, que separa el mero espectáculo del arte fascinante, eso solo se logra cuando se interpreta con amor, buscando la perfección, la belleza y el buen hacer, se da plenamente en este espectáculo, donde prevaleció en todo momento la estética, la pasión, la buena música, la belleza, la poesía, el virtuosismo y la emoción.
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